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CRÍTICA

Carlos Ruiz Zafón, LA SOMBRA DEL VIENTO

Carlos Ruiz Zafón, LA SOMBRA DEL VIENTO Se comenta por los (ciber) mentideros literarios que "La sombra del viento" fue descartada por los jurados del premio Fernando Lara 2000 pero que uno de los críticos de ese jurado le hizo llegar, casualmente, al propio Lara un ejemplar de "La sombra...".

Se comenta que el señor Lara sugirió que a juzgar por "La sombra del viento" Carlos Ruiz Zafón podría ser presentado como serio candidato al primer premio....
Y claro, los jurados del premio tuvieron a bien la sugerencia de Lara pero se negaron a que Zafón fuese más allá de ser finalista...

Y así fue: ese año se llevó el gato al agua una mujer, Ángeles Caso por su novela "Un largo silencio".

Sin embargo, a día de hoy (tres años después) "La sombra del viento" es todo un fenómeno editorial, uno de los mayores éxitos de ventas a nivel nacional y una de nuestras mejores exportaciones literarias (célebre también el elogio del ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, en el marco de la Feria del Libro de Francfort).

La pregunta es inevitable:
¿Qué tiene "La sombra del viento" que se ha convertido en imprescindibles para tantísismos lectores?

De entrada es uno de esos libros "raros" que se venden a sí mismos, es decir, que sus ventas no son consecuencia de una promoción milonaria por parte de la editorial (al menos en este caso no durante los dos-tres primeros años) sino que responden a la mejor de las promociones: el boca-oreja de los lectores.

Un amanecer de principios de verano de 1945 Daniel Sempere es conducido por su padre, librero de oficio, al Cementerio de libros Olvidados.
Siguiendo con la tradición de tan peculiar cementerio, el chaval debe adoptar un libro.
Desorientado entre infinidad de volúmenes Daniel acaba responsabilizándose de "La sombra del viento" de un tal Julián Carax. Se lo lleva a casa, se lo lee de un tirón e inmediatamente intenta averiguar más sobre el autor con la intención de leer todo lo que haya escrito...

A partir de aquí Zafón comienza a desgranar toda una trama de intrigas y enigmas que atrapan irremediablemente al lector hasta la última de las quinientas y tantas pàginas casi sin respirar.

La historia (si se pude llamar así) nos pasea por la Barcelonas de Juan Marsé y Eduardo Mendoza, la de la postguerra civil española, por una Barcelona que no acaba de levantar cabeza tras el varapalo de la contienda y aún bajo el control de la conocida "corruptela franquista".

Si me permiten, el corte del libro es casi un guión de cine, ¿a alguien le ha pasado inadvertido que a medida que se avanza en la lectura uno casi se va imagininando la película?

¿Se animarán David Trueba o Mario Camus a llevar el texto a la gran pantalla?
Esperemos que sí.

Pero sigamos.
Si uno consigue parar de leer unos instantes aunque sea para respirar o para ir al "excusado" quizá caiga en la cuenta de que Ruiz Zafón ha echado mano de algunos recursos algo... escabrosamente juveniles. Por ejemplo, magnífico el Cementerio de libros olvidados, pero ¿no parece casi que de buenas a primeras nos va a aparecer (con perdón) un Harry Potter envuelto en su túnica transparente?

Insisto, magnífico el recurso pero quizá excesivamente gótico, romanticoide más que romántico.

De agradecer que se le haya ahorrado la joroba al señor Monfort, vigilante de tan insigne lugar.

El problema (¿el logro?) es que uno no puede dejar de leer, apenas hay respiros para detenerse y reflexionar, para reencajar el puzzle, para cuadrar ideas e impresiones. Tan devotamente se lee que hasta varios días después no se cae en la cuenta de algunos recursos casi facilones de romanticoides e idílicos que son usados por Zafón...

Veamos...

Dos polos: el bien y el mal.

Por supuesto el bien se identifica con Daniel, la principal voz narradora (principal que no única porque estamos ante una auténtica polifonía narrativa), un personaje joven, presumiblemente guapo, fantástica y casi pastelosamente enamorado de una casta (solo al principio) adolescente refinada y etérea que de ningún modo podría dejar de llamarse Beatriz.

Por supuesto el mal se encarna en un personaje ralo, curtido, rencoroso, malhablado... omnipresente y casi casi omnisciente y omnipotente (amén): el policia franquista (sic) señor Javier Fumero.

Y por supuesto, no podía faltar y efectivamente no falta un personaje bisagra, un puente, un contacto entre ambos mundos, una Celestina... sólo que en este caso el amigo Fermín Romero de Torres se sale del perfil y se convierte además de en uno de los pilares del texto (indiscutible), en un personaje entrañable cuyo humor, desfasado a lo castizo, nos enganchará aún más a la hipnótica e insómnica lectura.

De cine (insisto) el desarrollo de un libro dentro de un libro, magnífica base para la espiral de intrigas en la que nos veremos atrapados y que nos mantendrá en vilo, seguro, hasta que, unas páginas antes del final, en la carta de Núria Montfort, hija del vigilante del cementerio, veamos la luz.

Un libro dentro de un libro, una historia dentro de otra, desde "Las mil y una Noches" de Sheretzade hasta "Soldados de Salamina", ¿quien da más?

¿Una historia de amor?
¿Una novela negra?
¿una historia de aventuras?
De todo y más se encuentra en esta novela enorme, completa y correctísimamene ligada, incluso un magnífico y nada disimulado duelo a lo John Wayne algo durillo de leer pero fácilmente imaginable.

Claro, conociendo un par de detalles sobre al vida de Carlos Ruiz Zafón es fácil observar que "La sombra del viento" tiene una clarísisma vocación de guión cinematográfico.. por ejemplo es especialmente curioso el recurso de introducir otras voces que (durante varias páginas) se convierten en narradoras principales.
De buenas a primeras la narración se interrumpe y emergen -en algunas ocasiones no se sabe bien de donde- textos impresos en una tipografía diferente con información fundamental para el desarrollo de la novela... ¿quién no ha interpretado estas incursiones como una voz en off?

A una cierta distancia "La sombra del viento" se ve mejor. Una Barcelona gris, unos personajes que evolucionan (lo que no es nada desdeñable) dentro de sus correspondientes tipologías bueno-malo, una trama de amores etéreos y desamores humanos.. el happy-end no nos lo perdona ni la Madre de calcuta, pero claro... no es cuestión de desvelarlo impúdicamente...

Un libro que casi sin excepción está gustando a todo el mundo y que ha sacado a Zafón de las sombras para plantarlo en medio del altar que todos los editores tienen a la virgen de "Las Ventas"...

¿cuál será su siguiente trabajo?

Ramiro Tomé
info@arquera.com

''Eyes Wide Shut'': un ''Relato soñado''

''Eyes Wide Shut'': un ''Relato soñado'' El erotismo de una época: Viena fin de siglo. ¿Quién no ha admirado alguna vez el erotismo de obras como "El beso" de G. Klimt o de las famélicas mujeres de E. Schiele?

Como ellos, como Wittgenstein, como Kokoschka... el escritor Arthur Schnitzler también es hijo de aquella Viena "Fin de siglo" que tanto influyó en la cultura de la vieja Europa.

Sin embargo, está claro que A. Schnitzler, a pesar de pertenecer a tan sugerente época, lejos de aparecer junto a los gandes nombres de aquella Viena, es un autor de minorías... "Relato soñado" es uno de esos libros que ni suena a la mayoría de los libreros y que por supuesto, hay que encargar antes de comprar.

Pero aún así, vale la pena detenerse, sólo un momento, en Schnitzler porque a través suyo llegaremos de inmediato a la clave no sólo de su especialísimo "Relato soñado" o a la de "Eyes Wide sude", la película de Kubrick basada en la obra de Schnitzler, sino que también llegaremos a uno de los puntos de inflexión más trascendentes de nuestra civilización: la teoría del psicoanálisis.

UN MÉNAGE A TROIS: FREUD - SCHNITZLER - KUBRICK
Y es que, A. Schnitzler y Sigmunfd Freud, no tan sólo eran coetáneos en la misma Viena sino que, además, se conocían y eran amigos.

Claro, como sucede en estos casos, con el paso del tiempo, los años colocan a cada uno en su lugar y muy probablemente si no fuese por su vínculo con Freud, Arthur Schnitzler, hoy, sería poco menos que un autor anónimo, porque... ¿hubiese Kubrick leído a A. Schnitzler sino fuese por su relación con Freud?

Conjeturas a parte, Freud es la clave de interpretación que da sentido a "Relato Soñado" del mismo modo que "Relato soñado"es la clave de interpretación que da sentido a "Eyes Wide Shut". Conociendo un poco por encima las líneas generales del pensamiento de Freud (por cierto, uno de los llamdos “Filósofos de la Sospecha” junto a Nietszche y Marx), habiendo leído “Relato soñado” y habiendo visto una película tan críptica como "Eyes Wide Shut", se deduce fácilmente que Freud es, igualmente, la clave interpretativa de la última película de Kubrick.

Lo que no está tan claro es por qué Kubrick se sentía tan atraído por una obra como “Relato soñado” (y consecuentemente por el psicoanális) ni tampoco por qué tardó 30 años en madurar el proyecto de la película. Sí cabría cuestionarse, dadas las circunstancias, en qué modo influyó la lectura de “Relato soñado” en los anteriores trabajos del “gran director” o lo que sería lo mismo, en qué medida el psicoanálisis freudiano está presente en el cine de Kubrick desde que éste leyera Schnitzler.

Pero vayamos por partes:

SIGMUND FREUD
En mayor o menor medida todos conocemos las aportaciones de Sigmun Freud.
Básicamente, la teoría de Freud proponía una reinterpretación de las claves del desarrollo de la personalidad y con ellas una nueva teoría de la sexualidad.
En síntesis, Freud venía a relacionar las neurosis (origen de sus estudios) con las frustraciones inconscientes, con los deseos reprimidos y con la represión de recuerdos dolorosos.
De este modo, establecía que las frustraciones y los deseos reprimidos se grababan en el subconsciente (los sueños no serían sino la realización oculta de esos deseos) y que, en origen, nacían de la represión sexual.
No en vano la sexualidad para Freud era el aspecto más importante del desarrollo de la personalidad.
Así pues, con estas tesis Freud demostraba la existencia de “lo inconsciente” dando, de este modo, carta ontológica a lo que hasta entonces era “no real”: los sueños.

ARTHUR SCHNITZLER
Nació en Viena en 1862 (Freud tenía apenas 6 años) En 1924, es decir, a sus 62 años, publica su obra capital, "La señorita Elsa": un alarde de psicoanális llevado a la literatura. (Las famosas "Lecciones introductorias al psicoanálisis" son de 1922).

Un año después, en 1925, Aparece "Relato soñado". Ya en el título asoma descaradamente el psicoanálisis. ¿Qué otro título podría ser más adecuado?

Pero sigamos.

La novela se estructura en siete bloques como siete pecados capitales.
Ya en el bloque I, Schnitzler pone sobre el tapete su jugada...
Alberti y Fridolin (pertenecientes a la alta sociedad de entresiglos), acuden a un baile de máscaras en el que ambos disponen de sendas oportunidades para la infidelidad conyugal.
Después de la fiesta, en una sesión de sinceridad matrimonial, Albertine (que real aunque figuradamente se quita la máscara), narra a su marido un sueño en el que le es infiel.

La caja de Pandora ha sido destapada por una (textualmente) "conversación seria sobre los deseos escondidos y apenas sospechados que hasta en el alma más pura y clara pueden provocar turbios y peligrosos remolinos"

Fridolin es fuertemente impactado por las confesiones de su amada y bella esposa y asume la infidelidad onírica prácticamente como real: el sueño como base de la realidad?

En cualquier caso, al final de este bloque Fridolín debe atender una urgencia médica y debe salir en plena madrugada.... se inicia, de este modo, la "noche de las tentaciones"
Hasta aquí, Schnitzler apenas ha comenzado y, como decía, ya ha mostrado claramente sus cartas. La teoría freudiana aflora prácticamente ella solita. Las máscaras representan el subconsciente, lo irreal... así, mientras los personajes las llevan puestas, podrían, a priori, cometer todo tipo de actos que sin las máscaras serían contundentemente reprochados.
Ambos tontean en la fiesta pero no pasa nada: llevaban máscaras.
Sin embargo, cuando Albertine le explica a Fridolin (vaya nombres, por cierto) su infidelidad onírica, sus rostros están al descubierto, sin protecciónes de ningún tipo... Sólo un sueño !!!! pero claro, con el peso de la teoría freudiana detrás, ese sueño toma prácticamente la misma importancia que le da el marido que se siente poco menos que ultrajado.

Fridolin, dolido, inicia su viaje nocturno al país de las tentaciones. De las tres, dos las supera rechazándolas. Sin embargo la tercera le lleva a una mansión donde, nuevamente cubierto con una máscara (de esas de la ópera), le encontramos en medio de un ritual orgiástico. Está en un lugar prohibido para él y en ser descubierto es obligado a desprenderse de la máscara (cosa que rechaza) y, tras un breve juicio, condenado a muerte.
Sin embargo, la intervención de una bellísima mujer, por supuesto enmascarada, le libera de la pena máxima a cambio de su propia vida. Nuestro doctor es expulsado de ese sueño de lujuria y devuelto a la noche y encima se verá atormentado por el misterio de la mujer que se sacrifica por él... ¿acaso es todo un sueño?
Nuestro doctor,absolutamente desorientado, regresa a la realidad, al lecho de su esposa para, muy a su pesar, sumergirse de inmediato en la narración de un nuevo sueño de infidelidad por parte de ésta.
Esta nueva infidelidad onírica le asesta un nuevo golpe que le empuja de nuevo a las calles ahora en busca de realizar las tentaciones que la noche anterior rechazó... pero la surrealista realidad de la noche anterior se ha desvanecido dejándole aún más desconcertado y aturdido.

Un Schnitzler metódico, analista y frío usa el séptimo y último bloque de la novela para desarrollar un desenlace de “manual” Nuestro protagonista, frustrado, regresa por segunda vez al lecho marital para descubrir en él a su muejr, soñadora de infidelidades que duerme junto a la máscara que él había usado en la mansión de la orgía...

Albertine lo acoge en su lecho...
- ¿Estás segura?- le preguntó él.
- Tan segura que sospecho que la realidad de una noche, incluso la de toda una vida humana, no significa también su verdad más profunda.

KUBRICK
Es sabido que, desafortundamente, Kubrick murió antes de acabar completamente “Eyes Wide Shut”. Es cierto que todo el material ya estaba rodado y ordenado y que apenas le quedaba dirigir el montaje y determinar la promoción de la cinta.

No pudo ser. Y aunque “Eyes Wide Shut” fue montada más o menos de acuerdo con lo que se sabía que Kubrick pretendía hacer, no pasó lo mismo con la promoción.
La Warner no se anduvo con niñitas, tomó una imagen de Tom Cruise y Nicole Kidman desnudos ante un espejo, en un “incipit amoris” y divulgó “Eyes Wide Shut” a los 4 vientos prácticamente como si fuera una película erótico-pornográfica con Cruise y Kidman como porno-stars de excepción.

Esta estrategia comercial atrajo a los espectadores a las salas pero, por supuesto, salieron decepcionados.
Ni Kubrick pretendía rodar una película erótica, ni Schnitzler pretendía publicar en “La sonrisa vertical”.

“Eyes Wide Shut” es una película absolutmente kubrickiana, y lo es de cabo a rabo.
Quien se tome la molestia (entre comillas) de acudir a Schnitzler resolverá la mayor parte de los interrogantes que abre la cinta.

¿De qué va “Eyes Wide Shut”?. Me lo han preguntado ya en muchas ocasiones.
La respuesta pasa, sin duda alguna, por Schnitzler.
No trata de sexo, no de infedilidad, no de moral, no de....
Es cierto que responder en poquitas palabras a esta pregunta es, en este caso, especialmente complicado. “Eyes Wide Shut” trata del descubrimiento de sí mismos que experimentan los personajes a través de la introspección. Esa introspección conoce dos caminos: el real (con o sin máscara; de día o de noche) y el onírico (igualmente con o si máscara; de día o de noche).

La película, como la novela, se desarrolla muy lentamente.
Schnitzler baja a los detalles (recordemos que está explicando un relato soñado... en los detalles está la clave) y Kubrik le sigue moviendo muy lentamente la cámara, montando estructuras perfectamente equilibradas y si en algo supera el libro es en la recreación de los estados de ánimo mediante el uso de la luz.

ROJO-AMARILLO-AZUL
Sería una falacia resumir el uso del color en “Eyes Wide Shut” como cálidos. Lo son, pero no siempre. Veremos hasta tres gamas: rojo, amarillo y azul. Kubrick tendría clarísimo cuando usar uno u otro... pero no lo dejó dictado.
Rojo: es el color que acompaña la pasión, el sexo, la acción, la iniciativa...
Amarillo: tierra de nadie, de lugar de encuentro entre la irrealidad de la realidad y l realidad de la irrealidad.
Azul: es el color de los puentes: de los caminos que llevan a la instropección de la consciencia al reconocimiento de la insconsciencia y viceversa...

Sin duda “Eyes Wide Shut” es una película compleja no apta para espectadores de fin de semana en busca de cine-espectáculo.
Una muy buena película para el espectador atento y posiblemente un regalo para el especialista en el más críptico de los Kubrick.

Ramiro Tomé
info@arquera.com