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''Eyes Wide Shut'': un ''Relato soñado''

''Eyes Wide Shut'': un ''Relato soñado'' El erotismo de una época: Viena fin de siglo. ¿Quién no ha admirado alguna vez el erotismo de obras como "El beso" de G. Klimt o de las famélicas mujeres de E. Schiele?

Como ellos, como Wittgenstein, como Kokoschka... el escritor Arthur Schnitzler también es hijo de aquella Viena "Fin de siglo" que tanto influyó en la cultura de la vieja Europa.

Sin embargo, está claro que A. Schnitzler, a pesar de pertenecer a tan sugerente época, lejos de aparecer junto a los gandes nombres de aquella Viena, es un autor de minorías... "Relato soñado" es uno de esos libros que ni suena a la mayoría de los libreros y que por supuesto, hay que encargar antes de comprar.

Pero aún así, vale la pena detenerse, sólo un momento, en Schnitzler porque a través suyo llegaremos de inmediato a la clave no sólo de su especialísimo "Relato soñado" o a la de "Eyes Wide sude", la película de Kubrick basada en la obra de Schnitzler, sino que también llegaremos a uno de los puntos de inflexión más trascendentes de nuestra civilización: la teoría del psicoanálisis.

UN MÉNAGE A TROIS: FREUD - SCHNITZLER - KUBRICK
Y es que, A. Schnitzler y Sigmunfd Freud, no tan sólo eran coetáneos en la misma Viena sino que, además, se conocían y eran amigos.

Claro, como sucede en estos casos, con el paso del tiempo, los años colocan a cada uno en su lugar y muy probablemente si no fuese por su vínculo con Freud, Arthur Schnitzler, hoy, sería poco menos que un autor anónimo, porque... ¿hubiese Kubrick leído a A. Schnitzler sino fuese por su relación con Freud?

Conjeturas a parte, Freud es la clave de interpretación que da sentido a "Relato Soñado" del mismo modo que "Relato soñado"es la clave de interpretación que da sentido a "Eyes Wide Shut". Conociendo un poco por encima las líneas generales del pensamiento de Freud (por cierto, uno de los llamdos “Filósofos de la Sospecha” junto a Nietszche y Marx), habiendo leído “Relato soñado” y habiendo visto una película tan críptica como "Eyes Wide Shut", se deduce fácilmente que Freud es, igualmente, la clave interpretativa de la última película de Kubrick.

Lo que no está tan claro es por qué Kubrick se sentía tan atraído por una obra como “Relato soñado” (y consecuentemente por el psicoanális) ni tampoco por qué tardó 30 años en madurar el proyecto de la película. Sí cabría cuestionarse, dadas las circunstancias, en qué modo influyó la lectura de “Relato soñado” en los anteriores trabajos del “gran director” o lo que sería lo mismo, en qué medida el psicoanálisis freudiano está presente en el cine de Kubrick desde que éste leyera Schnitzler.

Pero vayamos por partes:

SIGMUND FREUD
En mayor o menor medida todos conocemos las aportaciones de Sigmun Freud.
Básicamente, la teoría de Freud proponía una reinterpretación de las claves del desarrollo de la personalidad y con ellas una nueva teoría de la sexualidad.
En síntesis, Freud venía a relacionar las neurosis (origen de sus estudios) con las frustraciones inconscientes, con los deseos reprimidos y con la represión de recuerdos dolorosos.
De este modo, establecía que las frustraciones y los deseos reprimidos se grababan en el subconsciente (los sueños no serían sino la realización oculta de esos deseos) y que, en origen, nacían de la represión sexual.
No en vano la sexualidad para Freud era el aspecto más importante del desarrollo de la personalidad.
Así pues, con estas tesis Freud demostraba la existencia de “lo inconsciente” dando, de este modo, carta ontológica a lo que hasta entonces era “no real”: los sueños.

ARTHUR SCHNITZLER
Nació en Viena en 1862 (Freud tenía apenas 6 años) En 1924, es decir, a sus 62 años, publica su obra capital, "La señorita Elsa": un alarde de psicoanális llevado a la literatura. (Las famosas "Lecciones introductorias al psicoanálisis" son de 1922).

Un año después, en 1925, Aparece "Relato soñado". Ya en el título asoma descaradamente el psicoanálisis. ¿Qué otro título podría ser más adecuado?

Pero sigamos.

La novela se estructura en siete bloques como siete pecados capitales.
Ya en el bloque I, Schnitzler pone sobre el tapete su jugada...
Alberti y Fridolin (pertenecientes a la alta sociedad de entresiglos), acuden a un baile de máscaras en el que ambos disponen de sendas oportunidades para la infidelidad conyugal.
Después de la fiesta, en una sesión de sinceridad matrimonial, Albertine (que real aunque figuradamente se quita la máscara), narra a su marido un sueño en el que le es infiel.

La caja de Pandora ha sido destapada por una (textualmente) "conversación seria sobre los deseos escondidos y apenas sospechados que hasta en el alma más pura y clara pueden provocar turbios y peligrosos remolinos"

Fridolin es fuertemente impactado por las confesiones de su amada y bella esposa y asume la infidelidad onírica prácticamente como real: el sueño como base de la realidad?

En cualquier caso, al final de este bloque Fridolín debe atender una urgencia médica y debe salir en plena madrugada.... se inicia, de este modo, la "noche de las tentaciones"
Hasta aquí, Schnitzler apenas ha comenzado y, como decía, ya ha mostrado claramente sus cartas. La teoría freudiana aflora prácticamente ella solita. Las máscaras representan el subconsciente, lo irreal... así, mientras los personajes las llevan puestas, podrían, a priori, cometer todo tipo de actos que sin las máscaras serían contundentemente reprochados.
Ambos tontean en la fiesta pero no pasa nada: llevaban máscaras.
Sin embargo, cuando Albertine le explica a Fridolin (vaya nombres, por cierto) su infidelidad onírica, sus rostros están al descubierto, sin protecciónes de ningún tipo... Sólo un sueño !!!! pero claro, con el peso de la teoría freudiana detrás, ese sueño toma prácticamente la misma importancia que le da el marido que se siente poco menos que ultrajado.

Fridolin, dolido, inicia su viaje nocturno al país de las tentaciones. De las tres, dos las supera rechazándolas. Sin embargo la tercera le lleva a una mansión donde, nuevamente cubierto con una máscara (de esas de la ópera), le encontramos en medio de un ritual orgiástico. Está en un lugar prohibido para él y en ser descubierto es obligado a desprenderse de la máscara (cosa que rechaza) y, tras un breve juicio, condenado a muerte.
Sin embargo, la intervención de una bellísima mujer, por supuesto enmascarada, le libera de la pena máxima a cambio de su propia vida. Nuestro doctor es expulsado de ese sueño de lujuria y devuelto a la noche y encima se verá atormentado por el misterio de la mujer que se sacrifica por él... ¿acaso es todo un sueño?
Nuestro doctor,absolutamente desorientado, regresa a la realidad, al lecho de su esposa para, muy a su pesar, sumergirse de inmediato en la narración de un nuevo sueño de infidelidad por parte de ésta.
Esta nueva infidelidad onírica le asesta un nuevo golpe que le empuja de nuevo a las calles ahora en busca de realizar las tentaciones que la noche anterior rechazó... pero la surrealista realidad de la noche anterior se ha desvanecido dejándole aún más desconcertado y aturdido.

Un Schnitzler metódico, analista y frío usa el séptimo y último bloque de la novela para desarrollar un desenlace de “manual” Nuestro protagonista, frustrado, regresa por segunda vez al lecho marital para descubrir en él a su muejr, soñadora de infidelidades que duerme junto a la máscara que él había usado en la mansión de la orgía...

Albertine lo acoge en su lecho...
- ¿Estás segura?- le preguntó él.
- Tan segura que sospecho que la realidad de una noche, incluso la de toda una vida humana, no significa también su verdad más profunda.

KUBRICK
Es sabido que, desafortundamente, Kubrick murió antes de acabar completamente “Eyes Wide Shut”. Es cierto que todo el material ya estaba rodado y ordenado y que apenas le quedaba dirigir el montaje y determinar la promoción de la cinta.

No pudo ser. Y aunque “Eyes Wide Shut” fue montada más o menos de acuerdo con lo que se sabía que Kubrick pretendía hacer, no pasó lo mismo con la promoción.
La Warner no se anduvo con niñitas, tomó una imagen de Tom Cruise y Nicole Kidman desnudos ante un espejo, en un “incipit amoris” y divulgó “Eyes Wide Shut” a los 4 vientos prácticamente como si fuera una película erótico-pornográfica con Cruise y Kidman como porno-stars de excepción.

Esta estrategia comercial atrajo a los espectadores a las salas pero, por supuesto, salieron decepcionados.
Ni Kubrick pretendía rodar una película erótica, ni Schnitzler pretendía publicar en “La sonrisa vertical”.

“Eyes Wide Shut” es una película absolutmente kubrickiana, y lo es de cabo a rabo.
Quien se tome la molestia (entre comillas) de acudir a Schnitzler resolverá la mayor parte de los interrogantes que abre la cinta.

¿De qué va “Eyes Wide Shut”?. Me lo han preguntado ya en muchas ocasiones.
La respuesta pasa, sin duda alguna, por Schnitzler.
No trata de sexo, no de infedilidad, no de moral, no de....
Es cierto que responder en poquitas palabras a esta pregunta es, en este caso, especialmente complicado. “Eyes Wide Shut” trata del descubrimiento de sí mismos que experimentan los personajes a través de la introspección. Esa introspección conoce dos caminos: el real (con o sin máscara; de día o de noche) y el onírico (igualmente con o si máscara; de día o de noche).

La película, como la novela, se desarrolla muy lentamente.
Schnitzler baja a los detalles (recordemos que está explicando un relato soñado... en los detalles está la clave) y Kubrik le sigue moviendo muy lentamente la cámara, montando estructuras perfectamente equilibradas y si en algo supera el libro es en la recreación de los estados de ánimo mediante el uso de la luz.

ROJO-AMARILLO-AZUL
Sería una falacia resumir el uso del color en “Eyes Wide Shut” como cálidos. Lo son, pero no siempre. Veremos hasta tres gamas: rojo, amarillo y azul. Kubrick tendría clarísimo cuando usar uno u otro... pero no lo dejó dictado.
Rojo: es el color que acompaña la pasión, el sexo, la acción, la iniciativa...
Amarillo: tierra de nadie, de lugar de encuentro entre la irrealidad de la realidad y l realidad de la irrealidad.
Azul: es el color de los puentes: de los caminos que llevan a la instropección de la consciencia al reconocimiento de la insconsciencia y viceversa...

Sin duda “Eyes Wide Shut” es una película compleja no apta para espectadores de fin de semana en busca de cine-espectáculo.
Una muy buena película para el espectador atento y posiblemente un regalo para el especialista en el más críptico de los Kubrick.

Ramiro Tomé
info@arquera.com

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